"La confianza era ya una de sus principales cualidades.
Enseguida se hizo un hombre, maduró muy rápidamente", dijo Aurélio
Pereira.
En medio de una enorme expectación mediática y una comitiva
de decenas de personas se escondía hoy Aurélio Pereira, ojeador del Sporting de
Lisboa y considerado el descubridor del último Balón de Oro, el portugués
Cristiano Ronaldo. "Con catorce años, los compañeros ya decían que había
llegado un extraterrestre", rememora con cariño el miembro del equipo
técnico de los "leones", club al que llegó Ronaldo procedente del
Nacional de Madeira para pagar una deuda pendiente entre ambos equipos.
De las 34 personas que hicieron el tradicional
"paseíllo" oficial para saludar al futbolista tras recibir hoy en
Lisboa la cruz de "Gran Oficial" de la Orden del Infante don Henrique
-una de las mayores distinciones que otorga el Estado luso-, Aurélio fue con
quien el astro luso más tiempo departió, reflejo de la relación que une a
ambos.
A sus 66 años Pereira asegura en declaraciones a Efe que
mantiene un contacto frecuente con el último Balón de Oro, del que destaca no
sólo sus cualidades técnicas, sino también su carácter. Él se erigió en una
especie de tutor para el hoy futbolista del Real Madrid, que arribó al Sporting
de Lisboa en 1996, con apenas once años de edad, gracias a "un cúmulo de
casualidades".
El madeirense aterrizó en la capital lusa para hacer unas
pruebas tras pasar por las filas del Nacional, que ofreció su pase al Sporting
de Lisboa a cambio de saldar una deuda de 25.000 euros entre ambos clubes.
Pereira recuerda como entonces defendió la operación frente a los gestores
financieros y los asesores jurídicos del equipo, impresionado por sus
características técnicas y su personalidad. "La velocidad con la que
ejecutaba, el hecho de que rematara con las dos piernas, la técnica que
mostraba con el balón en los pies y la confianza que despertaba entre sus compañeros
para que le pasaran la pelota" son algunas de las características que en
su opinión todavía hoy perduran en Ronaldo.
Aunque admite que en 1996 no podía "ni llegar a
imaginar" lo que vendría después, subraya que desde en un primer momento
"se notaba que estábamos hablando de alguien diferente". El que fuera
entonces su tutor lo define como un jugador completo, al que distinguía del
resto no sólo su talento nato, sino también su esfuerzo y trabajo. "El
talento no lo es todo, muchos no tenían la dedicación que tiene Cristiano. Ya
entonces siempre se quedaba un poco más en los entrenamientos o en el gimnasio
para mejorar", explica.
"La confianza -subraya- era ya una de sus principales
cualidades. Enseguida se hizo un hombre, creció muy rápidamente en términos de
madurez". De orígenes humildes, la familia fue una de las claves en su
carrera, en opinión de Pereira, quien recuerda que su madre "apoyó"
su traslado a Lisboa -donde vivió solo con otros veinte compañeros de las
categorías inferiores del Sporting- debido en parte a su condición de
aficionada de los "leones". "Su madre siempre apoyó el sueño de
Ronaldo de volverse futbolista profesional", asevera.
Todas estas "coincidencias" llevaron a Cristiano
al equipo verdiblanco, que en los últimos veinte años se ha especializado en
lanzar a algunos de los mejores extremos del mundo, como en su época lo fueron
Luís Figo o Paulo Futre. En sólo una temporada y con 17 años, Ronaldo ya mostró
su calidad en el primer equipo del Sporting, donde únicamente consiguieron disfrutarlo
esa campaña, la 2002-2003. El Manchester United pagó 17,5 millones de euros y
al servicio de los "red devils" comenzó una meteórica carrera que
sigue con orgullo Aurélio Pereira, su primer valedor y que no ve límites para
su "pupilo".







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